Laura Marrone
Veinticinco años de evaluaciones externas no mejoraron la educación
Desde hace 25 años se toman y se superponen evaluaciones externas en Argentina. Con Menem comenzaron las ONE (Operativo Nacional de evaluación), como parte de la llamada Reforma Educativa que propiciaron los organismos internacionales a partir de la década del 90. A partir del 2002, con Filmus se promovieron las PISA (Prueba Internacional de Aprendizaje de los estudiantes) que organiza la OCDE[1]. Ya en el nuevo siglo, aparecieron las TERCE para 3ro y 6to grado que organiza la UNESCO en nuestra región. Arribaron a nuestro país con los Kirchner. En Ciudad de Buenos Aires, el PRO sumó otras a este festival de Evaluaciones: las FESBA para estudiantes de 5to año y FEPBA para 7mo grado. Todas ellas consisten en pruebas estándares, externas, de competencias y conocimientos, dirigidas a diferentes franjas etarias de estudiantes. Inicialmente fueron muestrales, o sea selectivas. Más recientemente, las porteñas se volvieron censales o sea para toda la población de un determinado grado o curso.
No obstante tamaño despliegue de recursos humanos, económicos y de tiempo que significaron estas evaluaciones no contribuyeron a mejorar la educación. En los últimos años el deterioro se profundizó. Esto es así porque la causal más profunda, aunque no exclusiva, no reside al interior mismo de la relación pedagógica sino en el deterioro de las condiciones sociales de nuestro país y en la fragmentación del sistema entre lo público y lo privado que agrava los factores de exclusión social.
La evaluación nacional Aprender, que toma como referencia a experiencias pilotos realizadas por UNICEF en nuestro país durante los últimos años en provincias, como Formosa, es censal, es decir para todos. Este oneroso operativo tiene como verdaderos propósitos preparar el terreno para, en un futuro próximo, instalar un régimen de filtro para los estudiantes secundarios que pretendan seguir estudios superiores, por un lado y para disciplinar a la docencia por otro.
La angustia de los estudiantes brasileños
Para el caso de los estudiantes, Brasil es un ejemplo de lo que se pretende. El Examen de Enseñanza Media se aplica desde hace varios años con carácter no obligatorio, pero ya en el 2014 se inscribieron voluntariamente 8,7 millones de estudiantes debido a que este examen se está constituyendo en la puerta para ingresar a las universidades. Consiste en 180 preguntas "multiple-choice", que abarcan las cuatro áreas de conocimiento: lengua, ciencias sociales, ciencias naturales y matemáticas. Dada su extensión, dura dos días. Aunque ya hubo denuncias públicas por corrupción a causa de la venta de las pruebas, que provocaron la intervención del propio Ministro de Educación Nacional en Brasil en 2009, el examen continúa. Se ha transformado en un verdadero negocio para las florecientes empresas que preparan para rendirlo, al tiempo que una verdadera tortura para los jóvenes que ven depender de este examen su futura carrera como estudiantes y un filtro social para quien no tiene recursos para pagar su preparación extra escolar.
El
disciplinamiento de la docencia y del currículum
Por su parte, el disciplinamiento docente tiene dos
dimensiones. Una es laboral: alcanzar la
derrota del gremio docente que se pretende desde la década del 90, mediante
la anulación del Estatuto Docente. Si bien por ahora las pruebas están
dirigidas a los estudiantes, el plan es que llegue a ser también para los
docentes, con carácter vinculante para su situación laboral. Se trata de que la
docencia termine aceptando la reducción
salarial, la flexibilización laboral y un régimen de ingreso y de
estabilidad que dejaría de ser por concurso público y con estabilidad laboral
para pasar a ser por contrato temporario de personas elegidas a dedo del poder
político. La otra es del contenido de lo que se enseña. La evaluación pasaría a dirigir la selección de contenidos al interior mismo de cada aula. Esto ya ocurre en los EEUU que comenzó a aplicarlas en los 90 y provocó un lamentable empobrecimiento del currículum. Esto es así debido a que los docentes, en lugar de desarrollar la imaginación, el pensamiento, disfrutar de la poesía o conocer historia y derechos humanos, se entrenan para responder pruebas estándares de contenidos básicos.
“Enseñar a disfrutar de la incertidumbre”
Cabe señalar que esta nueva generación, siglo XXI, de pruebas estándares tiene un nuevo objetivo: "armonizar" la educación con los planes de los empresarios respecto de las relaciones laborales. El ministro Bullrich lo sostuvo con claridad escalofriante en un reciente Congreso de Educación y desarrollo económico en Julio pasado en la Ciudad de Buenos Aires en la Usina de las Artes, organizado por la asociación Educación 137: "Tenemos que enseñar para el disfrute de la incertidumbre". [2] En el congreso se sostuvo que el objetivo es que preparemos a nuestros alumnos para ser "emprendedores porque en un futuro próximo el 60% de las personas van a ser sus propios empleadores". Las empresas no tomarían personas bajo relaciones salariales sino por "proyectos" a término. Una ofensiva cualitativa de los capitalistas para provocar una derrota histórica de los derechos laborales conquistados en más de un siglo y que hoy ya afectan a una parte importante de los trabajadores que están precarizados como monotributistas, tercerizados o contratados. Bullrich y el PRO pretenden que nuestra escuela prepare para ese mundo diseñado para beneficio excluyente del capital.
“Paso a paso”
La flamante Secretaria de Evaluación del Ministerio de Educación de la Nación, Elena Duro, sostiene que las actuales pruebas estándar serían para avanzar, "paso a paso" hacia la instalación de la "cultura" de la evaluación.[3]
El equipo del PRO conoce la resistencia docente estudiantil a estos propósitos, por eso hoy se cuida de explicitar la meta de la evaluación y repite al unísono que no habrán de publicarse rankings de escuelas ni identificar a los alumnos. Sus planes son por etapas. Hoy quieren instalar la aceptación de que una empresa privada, contratada por el estado, puede tener autoridad de decir qué se ha de enseñar.
Las empresas de servicios educativos: las más rentables en bolsa
Un último aspecto a señalar es el negocio que para las empresas evaluadoras significan estas inútiles pruebas. Estamos asistiendo al ingreso del capital al interior mismo de la escuela pública como negocio. De la mano del PRO se profundiza la privatización de tareas, ya no sólo de servicios como comedores o de limpieza sino administrativas y educativas: evaluaciones, asesoramientos, capacitaciones entre otras.
Fernando Valenzuela[4], en el mencionado Congreso, subrayó que en la actualidad las empresas que desembarcaron en la educación en el mundo son las de mayor rentabilidad que cotizan en bolsa en los mercados mundiales. [5] Los clásicos subsidios a la educación privada son en la actualidad, solo una parte de la privatización en curso.
Rechazar este nuevo ataque a la educación
Docentes, familias y estudiantes tenemos la tarea inmensa de impedir este nuevo ataque a la educación, del mismo modo que ha comenzado a resistirse en los propios Estado Unidos y recientemente en México. Abramos el debate con reuniones por escuela y distrito con las familias y estudiantes de modo de que estas pruebas no se realicen y que sean las propias familias, estudiantes y docentes los que impidan que este ataque se efectivice.
[1] OCDE es la Organización para
la Cooperación y el Desarrollo Económico que agrupa a 35 estados europeos, EEUU
y Japón entre otros.
[2] Ver el discurso de Esteban
Bullrich en educacion137.com
[3] http://www.lanacion.com.ar/1892062-elena-duro-generar-una-competencia-entre-escuelas-no-suma-a-la-cultura-evaluativa
[4] Valenzuela es CEO del
Laboratorio de Innovación en Educación, empresa de servicios educativos.
[5] Ver el discurso de Valenzuela
en educacion137.c0m
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